Índice General de este Blog

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El uso de la tilde: El acento prosódico y su representación gráfica | El acento prosódico: Introducción, la sílaba, la palabra | El acento gráfico o tilde: El sistema de acentuación gráfica del español, principios por los que se rige el sistema de acentuación gráfica del español, funciones de la tilde en español, las reglas de acentuación gráfica

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El uso de los signos ortográficos: Los signos ortográficos | Los signos diacríticos: introducción, tilde, diéresis | Los signos de puntuación: Funciones, en relación con las disciplinas lingüísticas, a través de la historia, el punto, contra la 'coma opcional', usos de la coma, el punto y coma, los dos puntos, los paréntesis, los corchetes, la raya, las comillas, los signos de interrogación y exclamación, los puntos suspensivos| Los signos auxiliares: guiones, barras, antilambda o diple, llave, apóstrofo, asterisco, flecha, calderón, signo de párrafo

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El uso de las letras mayúsculas y minúsculas

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La representación gráfica de las unidades léxicas: La palabra y la unidad léxica | Unión y separación de elementos en la escritura | Las abreviaciones gráficas: orígen de las abreviaciones gráficas, abreviaturas, siglas y acrónimos, las abreviaciones y las nuevas tecnologías de la comunicación | Los símbolos

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La ortografía de las expresiones procedentes de otras lenguas: El préstamo lingüístico | Extranjerismos, latinismos | Transcripciones de voces procedentes de lenguas que no utilizan el alfabeto latino en su escritura

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La ortografía de los nombres propios

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La ortografía de las expresiones numéricas: Los sistemas de numeración | Los números escritos en cifras: números romanos y números arábigos | Numerales | Uso de las cifras o palabras en la escritura de las expresiones numéricas | Expresiones numéricas específicas

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"Los objetivos académicos, renovados constantemente a lo largo de los siglos, se han concentrado en tres publicaciones emblemáticas: la Ortografía, el Diccionario y la Gramática. La Ortografía es una obra presidida por el objetivo prioritario de velar por la unidad del idioma"

IV capítulo: el uso de las letras mayúsculas y minúsculas (no disponible)

IV capítulo: el uso de las letras mayúsculas y minúsculas (no disponible)

VII capítulo: la ortografía de los nombres propios (no disponible)

VII capítulo: la ortografía de los nombres propios (no disponible)

sábado, 30 de julio de 2011

Funciones de la tilde en español

La tilde en español desempeña dos funciones que denominan los expertos, por una parte, "la función prosódica" y, por otra, "la función diacrítica" (230).

1o. La función prosódica y principal: "señalar que la sílaba de la que forma parte la vocal sobre la que se escribe es la que porta el acento prosódico de la palabra" (230). Esta función es identificativa.

2o. La función diacrítica y casuística: "distinguir palabras tónicas, en su mayoría monosílabas, de otras grafemáticamente idénticas, esto es, formadas por la misma sucesión de grafemas, pero de pronunciación átona: y tu, sí y si, y de, quién y quien, cuándo y cuando, etc." (230); o, brevemente, "distinguir la forma tónica de la átona" (231). Esta función es distintiva.

Reglas generales

Las reglas generales de la acentuación gráfica rigen, por una parte, a las palabras monosílabas; y, por otra parte, a las palabras polisílabas (agudas, llanas, esdrújulas y sobresdrújulas). Son cuatro.

Como primera regla general, las palabras de una sílaba carecen de la tilde con función prosódica (ver Funciones de la tilde en español) y sólo se acentúan gráficamente en los casos de tilde diacrítica (231).

Como segunda regla general, las palabras agudas llevan tilde en dos casos:
Primero. "cuando terminan en los grafemas consonánticos n o s no precedidos de otra consonante".
Segundo. Cuando terminan "en alguno de los grafemas vocálicos a, e, i, o, u" (231-32).

Como tercera regla general, las palabras llanas llevan tilde en tres casos:
Primero. "Cuando terminan en un grafema consonántico distinto de n o s, o en el dígrafo ch" (232).
Segundo. "Cuando terminan en más de un grafema consonántico" (232).
Tercero. "Cuando terminan en el grafema y" (232).

Como cuarta regla general, las palabras esdrújulas y sobresdújulas se escriben siempre con tilde (232).

Las reglas de acentuación gráfica

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2. No disponible.
La acentuación gráfica de las palabras con secuencias vocálicas

3. No disponible.
La tilde diacrítica

4. No disponible.
La tilde en aún/aun

5. No disponible.
La acentuación gráfica de formas o expresiones complejas

6. No disponible.
La acentuación gráfica de extranjerismos y latinismos

7. No disponible.
La acentuación gráfica en las abreviaciones y los símbolos

8. No disponible.
La acentuación gráfica de las mayúsculas

viernes, 29 de julio de 2011

El acento gráfico o tilde

1. No disponible.





2. No disponibe.













Unidad lingüística de referencia desde el punto de vista acentual: la palabra

Desde el punto de vista acentual, la unidad básica es la palabra.

Toda palabra emitida dentro de una cadena de palabras tiene acento o no lo tiene (y toda palabra emitida aisladamente tiene necesariamente acento). Esto es lo que importa: la cadena de palabras o, dicho de otro modo -como se acaba de decir-, la palabra emitida dentro de una cadena de palabras.

En el español toda palabra con acento tiene un único acento léxico o primario, con excepción de los adverbios, que son "las únicas palabras españolas en las que se reconocen dos sílabas tónicas" (201). Así que, a excepción de los adverbios, toda palabra española con acento tiene o bien en el núcleo silábico tónico una única vocal, que deberá tildarse, o bien en el mismo núcleo silábico tónico un diptongo o un triptongo, cuyo fonema vocal de mayor prominencia deberá tildarse.

Si la palabra no tiene un acento, deberá apoyarse en otra palabra próxima que tenga acento. Estas palabras, que se apoyan en otras, se denominan clíticas, ya que el adjetivo de tres terminaciones del griego clásico κλιτικός ή, όν significa en el español flexión, inclinación, torcedura, etc (203). La palabra que, careciendo de acendo por sí misma, se poye en la palabra tónica que le sigue se denomina próclitica (203). La palabra que, careciendo de acento por sí misma, se apoye en la palabra tónica que la precede se denomina enclítica (203).

En el español, trece son las clases de palabras tónicas (202-03). Ocho son las clases de palabras átonas (204). Tres son las clases de palabras tónicas "que pasan a ser átonas" (204).

Ahora bien, salvo un caos excepcional, el español limita que la posición de la sílaba tónica de una palabra polisílaba esté en sus tres últimas sílabas (205). En consecuencia, en el español la sílaba tónica de una palabra polisílaba tiene que ser última, penúltima o antepenúltima (205). Se exceptúa las "palabras compuestas por una forma verbal y uno o varios pronombres enclíticos" (205), que se acentúan en una sílaba anterior a la antepenúltima.

Las palabras monosílabas se caracterizan por la tonicidad o atonicidad de su única sílaba (206).

Se clasifican en el español las palabras polisílabas según la posición de la sílaba tónica en cuatro patrones acentuales (206).

Según los expertos, "la mayor parte de las palabras españolas son llanas, bastante menos de la mitad son agudas, mientras que las esdrújulas son casi una excepción" (206).

Lo anterior tiene su explicación parcial en las características acentuales del léxico latino. "En latín clásico", según los expertos, "prácticamente no había palabras agudas; las palabras polisílabas eran normalmente llanas o esdrújulas" (207). No habían palabras oxítonas en el latín clásico.

Algunas paroxítonas latinas permanecieron en el español como paroxítonas. Otras perdieron la vocal final y pasaron a ser oxítonas. Las proparoxítonas latinas perdieron la vocal postónica y se volvieron paroxítonas. El francés, el árabe, el hebreo, las lenguas amerindias proporcionaron palabras oxítonas. "La mayor parte de las palabras esdrújulas del español", dicen los expertos, "son cultismos procedentes directamente del latín o del griego o bien préstamos de otras lenguas" (207).

jueves, 28 de julio de 2011

Unidad lingüística sobre la que recae el acento prosódico: la sílaba

Una sílaba es una unidad lingüística de carácter fónico (196). La sílaba es formada por un conjunto de fonemas sucesivos. Los fonemas que lo componen se pueden clasificar entres grupos, si se considera que es una propiedad del fonema la de tener sonoridad; los fonemas son sonoros, así que pueden ser más o menos sonoros cuando se les compara entre ellos.

En primer lugar, el grupo de fonemas más sonoro entre los que conforman la sílaba, llamándosele núcleo a su unidad, es en el español necesariamente un grupo de fonemas vocales. El grupo, sendo imprescindible, debe tener mínimo un fonema vocal, máximo tres. En segundo lugar, el núcleo está precedido y sucedido por dos grupos de fonemas consonánticos, los cuales se denominan márgenes silábicos consonánticos. El anterior, pudiéndose llamar prenúcleo y el posterior el posnúcleo. Los márgenes deben tener al menos un fonema consonántico.

Diptongo se llama a la unidad de dos vocales contigüas en el plano fónico que se pronuncian dentro de una misma sílaba (197) y que cumplen alguno de los siguientes dos requisitos:
1o. El primer fonema vocal es abiert0 con la condición de que el segundo sea cerrado y átono, o el primero es cerrado y átono con la condición de que el segundo sea abierto. Según Los fonemas españoles, la pronunciación de los fonemas /a/, /e/ u /o/ exige una apertura de la cavidad oral media o bien abierta y la de los fonemas /i/ o /u/ una cerrada.















2o. Ambos fonemas vocales son cerrados, /i/ o /u/, y distinto el uno respecto del otro. Ejemplos: ciu.dad, jiu.-jit.su; lin.güís.ti.ca, sui.za, muis.ca, etc.

Hiato se llama a la unidad de dos vocales contigüas en el plano fónico que se pronuncian dentro de distintas sílabas y que cumplen con uno de los siguientes tres requisitos:
1o.Un fonema cerrado, /i/ o /u/, y tónico es precedido o proseguido por una vocal abierta, /a/, /e/ u /o/, y átona.

















2o. Los fonemas vocálicos son abiertos ambos.










3o. Los fonemas vocálicos, sin restricciones, son iguales. Ejemplos: al.ba.ha.ca, re.e.le.gir, chi.i.ta, lo.or, du.un.vi.ra.to.

Triptongo se llama a la unidad de tres vocales contigüas en el plano fónico que se pronuncian dentro de una misma sílaba y que cumplen con el requisito de estar constituídas por un fonema vocal abierto, precedido y proseguido por un fonema vocal cerrado y átono.













Todas las sílbabas se pronuncian, pero varia su prominencia. Hay dos tipos de sílabas: las átonas y las tónicas (200). La sílaba tónica es la de mayor prominencia, en comparación con las demás sílabas, que se llaman átonas. Se dice que la sílaba tónica tiene un acento primario o léxico. A la ortografía española le interesa identificar únicamente el acento primario. Los demás acentos no tienen relevancia alguna, sino para la fonética.

Lo que caracteriza la tonicidad de la sílaba tónica es la máxima sonoridad de su núcleo, compuesto, como se ha dicho, por mínimo un fonema vocal y por máximo tres. El núcleo, por tanto, o bien es una sola vocal o bien un diptongo o bien un triptongo.

Si el núcleo de la sílaba tónica está conformado por un solo fonema vocal, en cuyo caso es una sola vocal, la grafía que represente el núcleo vocálico simple deberá marcarse por medio de un signo diacrítico. La tilde será ese signo.

Si el núcleo de la sílaba tónica está conformado por más de un fonema vocal y, por tanto, si el núcleo vocálico es complejo, porque es un diptongo o un triptongo, habrá que identificarse el fonema vocal del núcleo de mayor prominencia, en comparación con los demás fonemas vocales del núcleo, ya que, según los expertos, "el acento parece afectar especialmente a la vocal más plena, y menos al resto del grupo" (201). En los diptongos tendrán mayor prominencia los fonemas vocales abiertos con respecto a los cerrados o, en el caso en el que los fonemas vocales sean cerrados ambos, tendrá mayor prominencia el fonema vocal en segunda posición. En los triptongos tendrá mayor prominencia la vocal que ocupa la posición central, que es abierta.

El acento prosódico

1. No disponible.
Caracterización y funciones del acento prosódico

Unidad lingüística sobre la que recae el acento prosódico: la sílaba
* Falta precisar las clases de palabras que son tónicas, las que son átonas y las que, siendo tónicas, pasan a ser átonas en determinados casos.

Unidad lingüística de referencia desde el punto de vista acentual: la palabra
* Falta precisar el fenómeno de acentuación prosódica múltiple que aplica para un reducido número de palabras del español (Ejemplo: rubeola o rubéola, maniaco o maníaco, Kósovo o Kosovo, etc.).

El acento prosódico y su representación gráfica

Acento se llama a la diferencia de pronunciación de una determinada sílaba, que establee un constraste entre ella y el resto de las que integran la palabra polisílaba. Se llama prosódico porque afecta a unidades lingüísticas más amplias que el fonema (190).

La raya oblicua, girada ligeramente hacia la derecha ( ' ), es un signo diacrítico que, al sobreponerse a una vocal, "indica que la sílaba de la que dicha vocal forma parte es la que porta el acento prosódico de la palabra" (190). El signo con forma de vírgula se llama tilde. En el griego clásico, el mismo signo se llamaba acento agudo.

El español tiene un sistema de normas para usar reguladamente el signo llamado tilde.

El uso de la tilde

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* Falta la Caracterización y funciones del acento prosódico y otras investigaciones breves.

Origen de las abreviaciones gráficas

Primero. La necesidad de ahorrar material de escritura y tiempo y esfuerzo a la hora de escribir.

Segundo. Como exigencia de la taquigrafía, era necesario aumentar la velocidad de reproducción gráfica del discurso oral.

Tercero. Para favorecer la rapidez de la lectura.

Cuarto. En la antigüedad, por superstición o por respeto ante los nomina sacra.

Quinto. En el latín había las notas tironianas, las siglas, los nomina sacra y las notae iuris (566).

Sexto. En el medioevo, había las notas tironianas, las nomina sacra, la suspensión, la contracción y la aféresis. Los signos para marcar las abreviaturas eran el punto, la línea y las letras voladas (567).

Las abreviaturas y las siglas, según los expertos, "constituyen dos procedimientos bien diferenciados de abreviación gráfica" (567).

El truncamiento o la suspensión (la eliminación de los caracteres finales) y la contracción (la eliminación de los caracteres centrales), según los expertos, "son los procedimientos normativos para la formación de abreviaturas en el español actual" (567). Adicionalmente, hoy el signo abreviativo es el punto. La raya horizontal como signo de abreviatura pervive, por ejemplo, como la virgulilla superpuesta de la letra que llamamos eñe. No se conserva de la tradición, empero, el procedimiento de eliminar los caracteres iniciales para abreviar, como con la aféresis. Las tironianas y las sacra son inusitadas.

Las siglas son abreviaturas únicamente por truncamiento extremo. Los expertos dicen que "se aplicó en un principio a los nombres de pila citados en las inscripciones"(567). En el latín se separaba una sigla de otra por medio de un punto a media altura. Ejemplo: S·P·Q·R. Algunos extranjerismos ingleses que eran siglas se adaptaron al español. Ejemplos: radar, láser (ver Extranjerismos, latinismos).

Las abreviaciones gráficas

Orígen de las abreviaciones gráficas

2. No disponible.
Abreviaturas

3. No disponible.
Siglas y acrónimos

4. No disponible.
Ls abreviaciones y las nuevas tecnologías de la comunicación

martes, 26 de julio de 2011

La letra h

La letra h, que llamamos hache y algunos hasta hache muda, es considerada por los expertos como un grafema especial, porque es "el único grafema que no representa ningún fonema en el español estándar" (142). En algunos casos, el grafema h se pronuncia con aspiración, como si fuera el fonema /j/, llamándolo algunos hache aspirada. Ejemplos del uso de la hache aspirada en el español: el préstamo del árabe hachís, el préstamo del alemán hámster, el préstamo del inglés hándicap, etc. La hache aspirada, según los expertos, "se conserva como rasgo dialectal en el español de Andalucía, Extremadura, Canarias y algunas zonas de España y América" (149). (Algunos extranjerismos se han adaptado al español, reemplazándose la hache inicial por la jota, como con la locución home run que se escribe jonrón o con la palabra hippie que se escribe jipi; ver La ortografía de las expresiones procedentes de otras lenguas).

Principalmente, seis las razones por las cuales se conserva la letra hache sin valor fónico:

Primero. En el principio el latín incorporó la hache para representar el fonema aspirado. Luego, es verdad, desapareció de su abecedario. Durante los siglos XIII y XV, "época de fuerte influjo latinizante, se repusieron muchas de estas haches etimológicas, que se han mantenido en la escritura hasta hoy" (142). Ejemplo: en el latín se escribía anhelare. hoy escribimos anhelar.

Segundo. Algunas haches fueron anteriormente, en el español medieval, signos que, como en el latín, representaban un fonema aspirado inicial, delante de un fonema vocal, similar al fonema fricativo /f/. Ejemplo: en el latín se escribía facere, en el español medieval facer y sólo "a lo largo del siglo XVI se generaliza el reemplazo de f- por h- en la escritura, también en los textos literarios" (143).

Tercero. algunas son antietimológicas. Ejemplo: se escribía en el latín implere, hoy escribimos henchir. Ese tipo de haches fueron rupturas con respecto a la tradición latina.

Cuarto. Algunas haches tienen justificación etimológica de las voces aspiradas del griego clásico. Ejemplos: palabras que inician con los prefijos halo- como halógeno, hect(o)- como hectárea, helico- como helicóptero, helminto- como helmíntico, helio- como heliocéntrico, hema- como hematoma, hemi- como hemisferio, hepat(o)- como hepatitis, hepta- como heptagonal, hetero- como heterogéneo, hidr(o)- como hidráulico, higr(o)- como higroma, hiper- como hipermercado, hipo- como hipoglucemia, hip(o)- como hipopótamo, hol(o)- como holístico, homeo- como homeopatía, homo- como homogéneo.

Quinto. Otras tienen justificación por los préstamos lingüísticos no clásicos. Ejemplos: hasta, hitita, hotel, hamburguesa, huracán, etc (144).

Sexto. Otras tienen justificación en el uso gráfico que se ha arraigado entre los hablantes. En este respecto hay una norma, que es: se escribe la hache por lo general, y con contadas excepciones, "delante de los diptongos /ua/, /ue/, /ui/" (144), para evitar la ocurrencia de ciertos dobletes gráficos que tenían lugar en el español medieval, como por ejemplo con la palabra ueso, que confundía la palabra hueso con la palabra beso. Otros ejemplos de este tipo de haches, justificadas por el uso: huelga, huella, huerto, hueso, huevo, huir, deshuesar, etc.


Correspondencias entre fonemas y grafemas en español

1. No disponible.
La representación gráfica de los fonemas vocálicos: los representados siempre por el mismo grafema (/a/, /e/, /o/) y los representados por distintos grafemas (/i/, /u/)

2. No disponible.
La representación gráfica de los fonemas consonánticos: los representados siempre por el mismo grafema o dígrafo (/ch/, /d/, /f/, /l/, /ll/, /m/, /n/, /ñ/, /p/. /r/, /t/) y los representados por más de un grafema o dígrafo (/b/, /g/, /j/, /k/, /rr/, /y/, /z/, /s/)

3. Disponible parcialmente.
Grafemas especiales: la letra h (incompleto) y la letra x

4. No disponible.
Valores fonológicos de los grafemas y dígrafos del español

5. No disponible.
Fenómenos ortográficos que afectan a determinadas secuencias de grafemas: las de vocales y las de consonantes

§.1. El punto

El punto tiene dos usos: los lingüisticos y los no lingüísticos.

En sus usos no lingüísticos sirve para escribir expresiones numéricas.

En sus usos lingüísticos el punto es un signo de puntuación, un signo de abreviación y un delimitador silábico (292-293).

Como delimitador silábico, el punto se usa "para indicar la frontera entre las sílabas de una palabra: /a.tlán.ti.ko/" (293).

Como signo de puntuación, el punto es un delimitador : para "señalar el final de un enunciado -que no sea interrogativo o exclamativo -, de un párrafo o de un texto" (293).

El punto como delimitador se escribe con dos condiciones: primera, "sin separación del elemento que lo precede" (293); segunda, "separado por un espacio del elemento que lo sigue" (293).

Se llama punto y seguido al punto como delimitador que "se escribe al final de un enunciado y acontinuación, en el mismo renglón, se inicia otro" (293).

Se llama punto y aparte al punto como delimitador que "se escribe al final de un párrafo y el enunciado siguiente inicia un párrafo nuevo" (294). El punto y aparte no es el único delimitador del fin de un párrafo: se usa también la sangría en el nuevo párrafo, la sangría francesa en el nuevo párrafo o el dejar un espacio en blanco entre párrafo y párrafo. Los expertos hacen dos recomendaciones al respecto: primera, que "resulta redundante y, por tanto, desaconsejable el uso simultáneo de sangrias y lineas en blanco para delimitar los párrafos" (294); segunda, que "los párrafos que se inician con una letra capitular, ya suficientemente destacados, no llevan sangría de primera línea" (294).

Se llama punto final al punto como delimitador que "aparece al final de un escrito o de una división importante del texto (un capítulo, por ejemplo)" (294).

Observación crítica: los expertos dan licencia, a mi modo de ver casi absoluta, cuando dicen: "el mensaje que encierra la oración Ven inmediatamente podría también expresarse en dos enunciados (Ven. Inmediatamente), con lo que se dotaría de un mayor efecto expresivo a la orden manifestada con esta secuencia y se acentuaría el énfasis que el hablante quiere dar al significado expresado por el adverbio" (295). Yo disputo que se recomiende indirectamente que el adverbio pueda separarse del verbo por medio de un punto para dar ser enfático o expresivo, sin siquiera prevenir que la separación del adverbio en un enunciado independiente requiere sobreentender que el verbo de tal enunciado se ha elidido por motivos de énfasis; en efecto, a falta de tal prevención, disputo que un adverbio pueda separarse absolutamente de cualquier otro enunciado, ya que no constituye ningún enunciado por sí mismo. Los expertos, a mi juicio, erran, cuando dan licencia para que el punto y seguido sea un delimitador elegible por motivos de énfasis o de expresión. Otros medios deberían usarse para hacer énfasis o dar mayor expresión, verbi gratia la posición, la indicación expresa del sujeto o del nombre propio, la precisión, etc. Así, para hacer más enfático el enunciado Ven inmediatamente , sugeriría escribir, por ejemplo, Pedro de Alcántara, venga inmediatamente hacia acá o simplemente Venga inmediatamente hacia acá. El hablante común y corriente no sabrá que, al separar el verbo de su adverbio por medio de un punto y seguido (Ven. Inmediatamente), es necesario sobreentender la elisión del mismo verbo en el enunciado al que se ha partado el adverbio (Ven. [Ven] inmediatamente), puesto que un adverbio, como regla general, no puede constituír por sí mismo un enunciado.

Algunas observacioness sobre algunos "contextos específicos" (295) en los que, según los expertos, no se usa el punto:

Primera. "nunca se escribe punto tras los títulos y subtítulos de libros, artículos, capítulos, obras de arte, etc., cuando aparecen aislados (centrados o no) y son el único texto del reglón" (295), etc.;

Segunda. "no llevan punto al final los nombre de autor en cubiertas, portadas, prólogos, firmas de cartas y otros documentos, o en cualquier otra ocasión en que aparezcan solos en una línea" (296).

Tercera. "las dedicatorias que se sitúan al principio de los escritos no suelen llevar punto final, dado que, por lo común, son textos tipográficamente muy marcados, aislados en una página completa, alineados a la derecha y con un cuerpo de letra particular" (296); esta norma tiene una excepción: cuando la dedicatoria es extensa debe escribirse punto y aparte al final;

Cuarta. "los textos que aparecen bajo ilustraciones, fotografías, diagramas, etc., dentrode un libro o una publicación periódica no suelen cerrarse con punto cuando constituyen etiquetas que describen el contenido de las imágenes (...) cuando los pies de imagen no so propiamente etiquetas, sino explicaciones de carácter discursivo que suelen tener una escrtructura oracional, deben cerrarse con punto" (295-297);

Quinto. "los eslóganes publicitarios no llevan punto final cuando aparecen aislados y son el único texto en su línea" (297);

Sexto. "en las clasificaciones o enumeraciones en forma de lista, se escribe punto tras el número o la letra que encabeza cada uno de los elementos enumerados" (297); "el punto alterna con el paréntesis" (298);

Séptimo. "en los distintos tipos de índices que aparecen en las obras para facilitar el acceso a la información, no se escribe punto final de cada línea" (298);

Octavo. "se emplea punto para separar los subdominios de las direcciones de correo y páginas electrónicas" (298), etc. ;

Noveno. la llamada indicativa de la existencia de una nota final o a pie de página se regula según el sistema francés (299) o el sistema inglés (300). La nota en el francés " se sitúa inmediatamente antes del punto y del resto de los signos delimitadores principales (coma, punto y coma, y dos puntos), pero después de los puntos suspensivos" (299). La nota en el inglés "se sitúa siempre tras el signo de puntuación" (300);

Décimo, "debería omitirse [por redundante, según los expertos] el punto tras los signos de cierre de interrogación y exclamación, y tras los puntos suspensivos" (300); con la excepción que después de los signos de cierre de interrogación o de exclamación, o de los puntos suspensivos, haya un signo indicador de que acaba un segundo discurso, como, por ejemplo, comillas, paréntesis, corchetes, rayas de cierre, etc. (301);

Finalmente, se escribe un punto después de los signos delimitadores de un segundo discurso (comillas, paréntesis, corchetes y rayas). Ver página 301.

3. La puntuación a través de la historia

Aristófanes de Bizancio encabezó en el siglo III antes de Cristo una escuela de filólogos alejandrinos que introdujeron por primera vez marcas "para reflejar en los textos escritos", según los expertos, "la segmentación rítmica y prosódica, primero del verso y más tarde también de la prosa" (288). Las marcas se denominaron distinctio o posturae.

Eran marcas el punto alto, o la distinctio propiamente; segundo, el punto medio, o media distinctio; tercero, el punto bajo, o subdistinctio. El punto alto marcaba una pausa prolongada, un periodo. El punto medio indicaba una pausa intermedia, cólones. El punto bajo indicaba una pausa menor, una coma. El periodo estaba formado por cólones, los cólones por comas (288).

En el medioevo la puntuación sirvió "como auxilio para indicar al que lee [en voz alta, ante un auditorio] dónde debe establecer las pausas sin que el mensaje pierda su sentido" (289). La puntuación facilitaba la lectura en voz alta.

También la puntuación se adecuaba a los requisitos del retórico, a la estilística.

Antonio de Nebrija optó por un sistema binario de puntuación (289).

En la Alta Edad Media aparece el signo interrogativo, empiezan a usarse las minúsculas. San Isidoro propició el aumento de textos puntuados, así como Carlomagno (289).

La puntuación entonces adquiere otra función: "pasa a ser también la correcta interpretación de los textos escritos, ya que una mala lectura puede significar un equívoco jurídico, en el caso de los textos cancillerescos, o una herejía, en el de los bíblicos" (289-90).

La imprenta es un descubrimiento decisivo. Según los expertos, "a los impresores y correctores, más que a los autores, se debe la fijación de los criterios de uso de los signos y el hecho de que la puntuación trascienda el ámbito personal, e incluso el nacional, para universalizarse" (290).

Destaca el tratado Epitome ortographiae de Aldo Manuzio.

Las Reglas de ortografía de Nebrija no se ocupan de puntuación (290). Según los expertos, "la primera obra que trata la puntuación en español es de Alejo Venegas, que en 1531 publica un tratado de ortografia" (290).

La Real Academia Española sólo hasta la publicación del Diccionario de autoridades (1726) reconoce "que la ortografía debe incluir reglas no solo para la correcta escritura de las voces, sino también para la distinción de cláusulas, oraciones y periodos" (291).

En 1741 es publicada "la primera ortografía académica" (291). En 1754 es publicada otra.

"Durante el siglo XIX", según los expertos, "queda establecido el inventario de signos de puntuación que conocemos en la actualidad: en la ortografía académica de 1815 se incorporan los corchetes como variante de los paréntesis, y a partir de 1880 se establece la distinción entre el guion y la raya" (291).

3. Signos de puntuación

1. No disponible.
Funciones de los signos de puntuación

2. No disponible.
La puntuación y las disciplinas lingüísticas

La puntuación a través de la historia

4. Usos de los signos de puntuación

§.1. Acceder.
El punto

§.2. No disponible.
La coma

§.3. No disponible.
El punto y coma

§.4. No disponible.
Los dos puntos

§.5. No disponible.
Los paréntesis

§.6. No disponible.
Los corchetes

§.7. No disponible.
La raya

§.8. No disponible.
Las comillas

§.9. No disponible.
Los signos de interrogación y exclamación

§.10. No disponible.
Los puntos suspensivos

2. Signos diacríticos

Los únicos signos diacríticos vigentes son la tilde y la diéresis.

La tilde es una rayita oblicua que "colocada sobre una vocal, indica que la sílaba de la que forma parte es tónica, es decir, es la que porta el acento prosódico de la palabra" (279).

La diéresis o crema son dos puntos "que se disponen horizontalmente sobre la vocal a la que afectan" (280). Hoy por hoy su única función principal consiste en "señalar que la letra u tiene valor fónico propio, y debe pronunciarse, cuando va precedida de g y seguida de e o i, como en lengüeta o pingüino, a diferencia de los casos en los que carece de valor fónico por formar parte del dígrafo gu" (280). Pero, como se verá, tiene otros usos interesantes, que aún perviven.

Anteriormente, se podían encontrar palabras en las que la u afectada por la diéresis era precedida de la q. Ejemplos: "aqüeducto, eloqüencia, freqüente, etc." (280). Alguna reforma debió haber eliminado ese uso, por lo que hoy se escriben acueducto, elocuencia, frecuente, etc.

Menos frecuente, pero permitido, es el uso de la diéresis "para indicar que cada una de las vocales pertenece a una sílaba distinta" (280), para "señalar que las vocales de una secuencia debían prinunciarse en dos sílabas, es decir, como hiato y no como diptongo" (280).

Habitual, y a mi juicio necesario para la métrica, es el siguiente uso: el de encontrarla afectando "un diptongo indicando que dicha secuencia vocálica debe pronunciarse, en ese caso, como hiato" (281).

5. Apóstrofo (')

En el español antiguo la función del apóstrofo era el "señalar gráficamente la supresión de sonidos, principalmente vocálicos" (433). Indicaba, por tanto, "la elisión de la vocal final que se produce en determinadas palabras, cuando la que sigue empieza por vocal" (433). E indicaba "aunque menos frecuentemente, la omisión de la vocal inicial de la segunda palabra" (433).

Actualmente, se usa "para reflejar en la escritura la supresión de sonidos que se produce en la pronunciación de palabras sucesivas en la lengua oral" (433); "es también posible, aunque menos usual, que señale la pérdida de la consonante inicial de la segunda palabra" (434).

9. Signo de párrafo (§)

Dos eses enlazadas: §. "Inicialmente el uso de este signo era el mismo que el del calderón, ya que marcaba el final de un párrafo o verso y el comienzo de otro. Posteriormente, su uso se restringió a los encabezamientos de titulación, señalando el comienzo de un capítulo, sección o apartado" (439).

8. Calderón (¶)

El calderón no tiene uso actualmente. En los manuscritos medievales señalaba el final del párrafo y el comienzo del siguiente, "cuando no se había establecido aún la costumbre de comenzar cada uno de ellos en una nueva línea" (439).

3. Antilambda o diple

La letra lambda mayúscula se escribía en el griego clásico así: Λ. Similarmente, la antilambda es un signo similar a la lambda mayúscula, pero girada noventa grados hacia las manecillas del reloj, >, o 270 grados en el mismo sentido, <. Por la tradición latina el signo > era denominado diple y el mismo signo, girado 180 grados en el sentido de las manecillas del reloj, era denominado diple aviesa, a juicio de los expertos, "por san Isidoro" (430).

Tradicionalmente, la diple, según los expertos, "comenzó a utilizarse en los márgenes de los manuscritos griegos y latinos para indicar en la línea por ella señalada [que] había un pasaje relevante o una palabra digna de glosa" (430). Ya en el medioevo la diple "fue adoptado en los manuscritos para señalar las citas" (430). El avieso complementó el mismo propósito de citación.

Hoy por hoy la diple, como signo simple, tiene una función matemática y una función en la lingüística histórica; como signo doble, tiene tres funciones: una para la edición crítica de textos antiguos, y otras dos en el ámbito informático.

La diple simple

En matemáticas: el signo de la diple con una forma de cierre, >, "indica que la cifra o variable que le precede es mayor que la que le sigue, mientras que el signo de apertura, <, indica lo contrario" (430).

En lingüística histórica, "el signo de cierre, >, indica que la palabra que le precede da origen ala que le sigue, mientras que el signo de apertura, <, indica lo contrario, esto es, que la palabra antepuesta deriva de la que sigue" (430).

La diple doble

En ediciones críticas de textos antiguos: "encierran los desarrollos del fragmento omitido en las abreviaturas, así como aquellas palabras que no figuran en el original, pero son restituidas por el editor" (431).

En el ámbito informático: primero, "para encerrar las direcciones de correo y de páginas electrónicas" (431); segundo, como "delimitador que encierra las etiquetas propias de los lenguajes de marcación" (431).

4. Signos auxiliares

1. No disponible.
Guiones (‑, _)

2. No disponible.
Barras (/,//,\,|, ||)

Antilambda o diple (<, >)

4. No disponible.
Llave ({, })

Apóstrofo (')

6. No disponible.
Asterisco (*)

7. No disponible.
Flecha (←, ↑, →, ↓, ↔, ↕)

Calderón (¶)

Signo de párrafo (§)

1. Los signos ortográficos

Hay en la escritura unas marcas gráficas que no son ni letras ni cifras ni numerales, sino signos ortográficos que "se emplean", según los expertos, "para contribuir a la correcta lectura e interpretación de los textos escritos" (278).

Los signos ortográficos son de tres tipos:

Primero, los signos diacríticos (la tilde y la diéresis) "que confieren un valor especial a la letra a la que afectan" (278);

Segundo, los signos de puntuación (el punto, la coma, el punto y coma, los dos puntos, los paréntesis, los corchetes, la raya, las comillas, los signos de interrogación y exclamación, y los puntos suspensivos) que tienen la función de "delimitar las unidades del discurso" (278);

Tercero, los signos auxiliares (el guion, la barra, la llave o el apóstrovo, la antilambda, el aterisco, el signo de párrafo, el calderón o la fecha, etc.) "que no pertenecen a ninguna de las dos clases anteriores y cumplen muy variadas funciones" (278).

El uso de los signos ortográficos

1. Acceder.
Los signos ortográficos

Signos diacríticos

3. Acceder (incompleto)
Signos de puntuación

4. Acceder (incompleto)
Signos auxiliares


1. La palabra y la unidad léxica

La palabra es uno de esos conceptos que la gente cree entender sin mayor apuro. Pero su concepto dista mucho de ser algo de buenas a primeras servido para el entendimiento de cualquiera, como si el entendimiento del concepto fuera la mejor cosa repartida entre el ser humano.

Hoy por hoy la palabra es una unidad gráfica flanqueada por espacios en blanco o por signos de puntuación o auxiliares (520). Esta es la propiedad más inmediata del concepto: que es una unidad, en el sentido de ser independiente. Claramente, no es su única propiedad.

En primer lugar, entre palabras contiguas, dicen los expertos, "siempre puede insertarse otra" (520). Ejemplo: llegó tarde; llegó ayer tarde; llegó a casa tarde ayer; llegó Juan a casa tarde ayer; llegó Juan, el maestro, a casa tarde ayer; etc.

En segundo lugar, destaca la "inseparabilidad de sus elementos" (520) o grafemas constituyentes. Claramente, es distinto escribir La palabra que escribir Lapa labra.

En tercer lugar, destaca su "fijeza formal" (520), por cuanto sus grafemas constituyentes no pueden ser reemplazados por unos distintos, salvo en los casos en los que cambie la palabra por morfemas flexivos. Son invariables, por ejemplo, los adverbios: agudamente, tercamente, etc.; y sería absurdo reemplazar alguna de sus partes, por ejemplo al escribir agudación o tercadera. Son variables, por ejemplo, los adjetivos: se escribe blanquiazul, cuando concuerda en singular; pero cambia su morfema flexivo, cuando concuerda con un substantivo en número plural, y se escribe blanquiazules. Y se escribe hermosa, cuando concuerda por ejemplo con el substantivo obra; pero se modifica, cuando concuerda con obras, y se escribe hermosas.

En cuarto lugar, "pueden desempeñar funciones sintácticas" (521). Por ejemplo: la función de sujeto, o de complemento directo. Quiero decir, la palabra padre cumple una función diferente en las siguientes oraciones: en la oración El padre ha enseñado al hijo hace de sujeto; en la oración El hijo fue enseñado por el padre hace de complemento agente, según las gramáticas clásicas.

En quinto lugar, pueden combinarse para formar "expresiones integradas" (521). Por ejemplo: arco iris, ojo de buey, de prisa, tal vez, a poca costa, a mucho precio y costa, etc.

¿Se dirá que la expresión integrada ojo de buey es una palabra, porque tiene independencia, aún cuando está conformada por tres palabras, ojo, de y la palabra buey?

Los expertos llaman unidad léxica a las unidades no desde el punto de vista gráfico, sino desde el punto de vista semántico: "para hacer referencia", dicen de manera general, "tanto a las palabras gráficamente simples (que serían unidades léxicas univerales) como a las expresiones complejas formadas por varias palabras que, sin embargo, funcionan de forma unitaria a efectos léxicos (que serían unidades pluriverbales" (521).

¿O cómo explicar que determinadas expresiones integradas como tela de araña o a Dios se hayan fusionado en una sola palabra: respectivamente, telaraña y adiós?

La palabra, podríamos decir a manera de conclusión, es una unidad léxica desde el punto de vista gráfico que tiene varias propiedades tales como la de inseparabilidad de sus elementos, la de la fijeza de los mismos, etc. Queda claro que el sentido común no es suficiente para entender el concepto de palabra.

La representación gráfica de las unidades léxicas

1. Acceder.
La palabra y la unidad léxica

2. No disponible.
Unión y separación de elementos en la escritura

Las abreviaciones gráficas

4. No disponible.
Los símbolos

lunes, 25 de julio de 2011

3. Numerales

2. Los números escritos con cifras

Los números romanos

En todas las lenguas que tienen un alfabeto latino existen dos modos para representar los números mediante cifras: la numeración romana de los latinos y la arábiga de los árabes de al-Ándalus.

Las cifras en el sistema de numeración romano son siete letras del alfabeto latino. Las letras eran mayúsculas, porque el alfabeto latino carecía de minúsculas (656); se usan en minúsculas, sólo cuando son usadas como cifras en una lista; y, de usarse en minúsculas, se llaman no ya cifras, sino (cifras) romanitas (657). Cada letra latina, usada en el sistema de numeración, representa un único número. Las letras del alfabeto latino que se usan en el sistema de numeración romano son las siguiente siete: la letra I, la letra V, la letra X, la letra L, la letra C, la letra D y la letra M. La letra latina I del alfabeto latino, siendo una cifra, representa el número que llamamos uno, la V el cinco, la X el diez, la L el cincuenta, la C el cien, la D el quinientos y la M el mil. El sistema de numeración es acumulativo, porque cada una de las letras latinas que se usan como cifras conservan el único número que representan.

A diferencia del egipcio, es distintivo del sistema de numeración romano que la posición de las cifras sume o reste un determinado número al total de la expresión numérica, bajo la siguiente regla: si en una expresión numérica, en sentido de izquierda a derecha, un determinado signo, I, X o C, antecede a otro que es estrictamente mayor, el signo antecedente debe restar su valor al signo siguiente; y, en caso contrario, debe sumársele. Los signos V, L y D no se utilizan nunca con valor sustractivo" (658) dice la norma.

En ningún caso debe repetirse hoy, aunque en la antigüedad lo hacían, más de tres veces consecutivas un mismo signo (657). Ejemplo: debe escribirse CDXLIV como corrección de CCCXXXIII.

En ningún caso debe repetirse dos veces un signo si existe otro que representa el valor que suma la doble reiteración de aquél (657).

"Los números romanos usados con valor ordinal no deben escribirse nunca acompañados de letras voladas" (659).

"El valor de los números queda multiplicado por mil tantas veces como rayas horizontales se tracen encima" (658).

Se recomienda escribir las cifras en el sistema de numeración romano en letra versalita, según los expertos, "para favorecer el equilibrio tipográfico" (656).

Ejemplo: interpretar la cifra MDCCLVI, una expresión numérica conformada por unas ordenadas letras latinas que hacen parte del sistema acumulativo de numeración romano. Respuesta: la expresión numérica MDCCLVI debe interpretarse de acuerdo a un sentido, de izquierda a derecha, considerando que el valor de cada signo de la expresión decrecerá conforme esté más a la derecha. La cifra M, que corresponde al número mil, sumada a la cifra siguiente, D, quinientos, y ésta sumada a la cifra siguiente, C, cien, y ésta a la siguiente, C, y ésta a la siguiente, L, cincuenta, y ésta a la siguiente, V, cinco, y ésta a la siguiente, I, uno, da un total de mil setecientos cincuenta y seis, 1756.

Pregunta: interpretar la cifra MCMXCIX. Respuesta: 1999. Explicación: M es estrictamente superior que C, así que suma en la expresión numérica 1000; pero C [=100] no es estrictamente superior que M [=1000], por lo que C le resta a M su valor; así que la combinación CM le suma a la expresión numérica 900; X [=10] no es estrictamente superior que C [=100], por lo que X le resta a C su valor; así que la combinación XC le suma 90 a la expresión numérica, parcialmente igual a 1900+900; y, finalmente, la combinación IX le suma 9.

Los números arábigos (pronto...)

1. Los sistemas de numeración

"los procedimientos de recuento primarios", según los expertos, "son los anatómicos" (652). Se cuenta con los dedos de la mano, con los del pie; con conchas, guijarros, granos, etc. Los primeros procedimientos de recuento pretendían establecer una correspondencia entre los elementos que debían ser contados con objetos que los representaban, como los dedos de la mano, del pie, las conchas, los guijarros, los granos, y demás. Estos primitivos procedimientos, según los expertos, "no implican necesariamente la existencia de un sistema de enumeración" (653).

Un sistema de enumeración consiste en asignar un signo que represente cada número; un número es "una entidad abstracta que expresa las diversas cantidades o conjuntos de unidades " (653). Así, el signo "5" representa el número llamado cinco que expresa una particular cantidad de algo material, por lo que, de llegar a escribir "5 manzanas", se entendería que el número llamado cinco expresa una cantidad determinada de una pluralidad específica de manzanas.

La sucesión es el concepto de orden que se requiere para que los signos puedan identificarse con una serie de números naturales; los signos deben sucederse unos con otros; un signo debe suceder a otro, y así sucesivamente. El signo "5" debe suceder a otro signo, digamos al signo "4", y éste a otro, digamos al "3", y así. Los números naturales son series abstractas de elementos abstractos que se suceden y que están conformes con la relación directa entre el concepto de sucesión y el concepto de incremento.

"contar", según los expertos, "es asociar un número a cada objeto por medio del símbolo o la palabra que lo representa" (653). Contar oralmente las manzanas que están ahí, por ejemplo, sería decir que el signo "5" es el medio que asocia el número llamado cinco con la cantidad de manzanas que están ahí.

Los sistemas de enumeración más primitivos son los quinario, decimal y vigecimal (652). El quinario cuenta las cosas de cinco en cinco, el decimal de diez en diez, el vigecimal de veinte en veinte. Por ejemplo, el idioma del francés tiene un sistema de enumeración vigesimal, ya que llama quatre-vingt al signo 80: cuatro-veintes. El sistema de enumeración quinario lo usan hoy por hoy los niños, cuando apenas están aprediendo a contar; y frecuentemente lo asimilan con los dedos de una mano. El sistema decimal es usado por niños que ya han aprendido a contar elementalmente, etc. Todavía antes, cuando se adoptó el sistema duodecimal, se utilizaban las falanges de los dedos de las manos, excluído el pulgar (en cada dedo hay de la mano hay tres falanges, cada mano tiene cuatro dedos al excluír el pulgar: en total, doce falanges). Hoy por hoy conservamos un sistema de enumeración antiquísimo, de Babilonia: por medio del cómputo del tiempo (653), que es sexagesimal; es decir, con base en sesenta (sesenta segundos es un minuto, sesenta minutos una hora).

Representamos los números por medio de signos que llamamos cifras o por medio de palabras que llamamos numerales (653).

Es un error común y gravísimo el confundir los números con las cifras o el confundir los números con los numerales. Este error común y gravísimo merece un claro y brevísimo comentario: los números son los únicos conceptos que el ser humano tiene acerca de la cantidad; las cifras y los numerales son representantes gráficos de los conceptos de cantidad (653).

Ahora bien, hay dos sistemas de numeración: los acumulativos y los posicionales (654).

En los primeros, los acumulativos, cada signo representa un único número, independientemente de su posición en la expresión numérica. Por lo que representarían el mismo número distintas secuencias de signos que se diferenciaran sólo por el orden. La excepción a este sistema es el romano, en el que, siendo acumulativo, el orden de los signos repercute distintamente, ya para adicionar ya para restar. Por ejemplo, IV no es lo mismo que VI, aún cuando V es un signo que representa un único número, el cinco, y I es un signo que representa otro único número, el uno.

En los posicionales cada signo representa un número de acuerdo a su posición en la expresión numérica. Según los expertos, los sistemas de numeración posicionales requieren de "un hecho revolucionario" (654), a saber: "la creación y uso de un símbolo propio para representar el cero" (654).

La historia favoreció el sistema numérico posicional.

La ortografía de las expresiones numéricas

Índice

1. Acceder.






2. Acceder (incompleto).







3. Acceder (incompleto).




4. No disponible.






5. No disponible.

2. Extranjerismos, latinismos

Breve observación general sobre los extranjerismos

Los extranjerismos crudos
son préstamos, a juicio de los expertos, "que designan realidades ajenas al ámbito de la propia lengua o nuevos referentes para los que no se cuenta con términos propios, de manera que se incorporan al uso con el nombre que tienen en la lengua donde han surgido o que han contribuido a su divulgación" (600).

Los expertos no prohiben que los vocablos tomados en préstamo, siendo extranjerismos crudos, se adaptaran gráficamente a la lengua, volviéndolas a ésta siempre que se valiese de normas en el proceso de conversión.

Hay, empero, que advertir que otro hablante puede censurar tenazmente la labor de conversión, de llegar a notar que se ha violentado la pronunciación de un extranjerismo o que la grafía que se le ha dado ha sido severamente modificada. De hecho, cuando la labor de conversión es confusa, puede parecer que falta la destreza del idioma extranjero del que se pidió fallidamente la adopción de una voz cruda. Por ejemplo, pienso que no es bienvenido entre los hablantes del español que el extranjerismo crudo blue jean sea escrito como bluyín, según es debido. Antes bien, escribir bluyín podría dar pie para que el escritor fuera censurado inmediata y ferozmente. Algo habría que decir sobre la facilidad con la que los hablantes de una lengua tienen para defener la tradición de su lengua materna. Adaptar un extranjerismo crudo puede resultar socialmente en la exclusión o rechazo. Es llamativo que haya un alto riesgo de caer en una especie de ostracismo. Pero, por ejemplo, al pedir un pan de ojaldre con forma de medialuna con el nombre de cruasán, correspondiendo la adaptación al extranjerismo francés croissant, quizás no tenga una implicación tan severa y, por el contrario, sea una corrección sutil que de pie para ser admirado por más poco. Otros ejemplos de extranjerismos crudos que han sido fácilmente adaptados: home run por jonrón, hippie por jipi (ver La letra h). Tan crudos como las siglas: radar, láser (ver Orígen de las abreviaciones gráficas).

Mientras un extranjerismo crudo no se adapte a la lengua por parte del escritor, según las normas debidas, deberá escribirse en los textos españoles "con una marca gráfica que destaque su condición de palabras pertenecientes a otra lengua" (601). De no marcarse el préstamo lingüístico y de faltar la labor de conversión del extranjerismo, el escritor faltaría a la recta grafía. Se recomienda que los extranjerismos crudos, cuando no sean adaptados, tengan una escritura cursiva (601); como alternativa, los extranjerismos crudos pueden escribirse entre comillas. Los extranjerismos crudos pueden ser palabras, locuciones, dichos, etc.

Los extranjerismos adaptados son voces extranjeras que los hablantes consideran como propias del léxico de su lengua natural. Estas voces "se consideran palabras españolas a todos los efectos y, por tanto, no necesitan marcarse en modo alguno" (604).

Breve observación sobre los latinismos

El español tiene un léxico heredado, un léxico patrimonial. Este léxico es el que se ha conservado del latín, su lengua madre y preciosa matriz. El latín es la madre y matriz de las lenguas románicas.

A esa "base léxica" (605) se le incorporaron históricamente varios extranjerismos, que hoy por hoy son extranjerismos profundamente adaptados: arabismos, galicismos, italianismos, indigenismos, anglicismos, etc. El inventario del préstamo lingüístico arraigado se denomina léxico adquirido.

Un cultismo es una voz que se adapta del griego clásico o del latín clásico, independientemente de si se considera como voz cruda o como voz arraigada.

Según lo dicho, debe distinguirse entre los latinismos crudos y los latinismos adaptados (607). Los crudos, deben escribirse como se escribían originalmente y llevar una marca gráfica que indique que son préstamos lingüísticos (cursivas, comillas; 607). Ejemplos: animus, triclinium, trivium, caldarium, tabulae, etc. Hay, por otra parte, los adaptados.

1. El préstamo lingüístico

El inventario de palabras de una lengua natural, el léxico, es limitado. Pero tiene la posibilidad de extenderse. Uno de los medios para ampliar su léxico es, según los expertos, "la adopción de otros idiomas con los que los hablantes de aquella establecen contacto" (596).

El español ha adoptado arabismos por el dominio musulmán de la península ibérica, galicismos desde la Edad Media, indigenismos desde la conquista, italianismos durante el Renacimiento, anglicismos desde la anglomanía del siglo XIX.

Las voces procedentes de otras lenguas se llaman extranjerismos o préstamos adaptados. Las voces proceden de otras lenguas bien porque falta en la lengua el término bien por "mimetismo" (596). Algunos expertos consideran que hay en el 'mimetismo' "un deseo de distinción no exento de esnobismo, moda o mera preferencia estilística" (596).

Es complejo el proceso de acomodación de los extranjerismos en otra lengua. Lo cierto es que no todos los extranjerismos se acomodan a las reglas de la lengua que pretende adaptarlos. Hay voces extranjeras, por tnato, que son préstamos ya adaptados; pero hay préstamos no adaptados. Los extranjerismos adaptados, a juicio de los expertos, "no cabe ya considerarlos sino voces españolas" (597). Los hablantes que sepan lenguas extranjeras podrán familiarizarse con las grafías originales de los extranjerismos adaptados, por lo que sacarán provecho al léxico de su propio idioma. Hay, sin embargo, extranjerismos que resisten adaptarse a otra lengua. Es natural que los hablantes de una lengua natural tengan confusiones con respecto a la escritura de algunos extranjerismos, en particular de los que resisten adaptarse a la lengua.

Hay licencia para usar el préstamo lingüístico siempre y cuando no se use indiscriminadamente, sobretodo con los extranjerismos no adaptados. Una proliferación de extranjerismos crudos, a juicio de los expertos, puede implicar "un factor desestabilizador de nuestro sistema ortográfico" (598).

Hay una obra normativa sobre el uso de los préstamos lingüísticos: el Diccionario panhispánico de dudas.

La ortografia de las expresiones procedentes de otras lenguas

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3. No disponible aún.

5. Los grafemas españoles

Los grafemas, según los expertos, "son las unidades mínimas distintivas [y secuenciales] en el plano de la escritura" (60). Mínimas porque no se pueden descomponer más. La letra v, que llamamos uve, no puede descomponerse más. Distintivas porque pueden diferenciar un signo lingüístico de otro. Por ejemplo, la letra b, que llamamos be, diferencia la palabra basta de la palabra hasta, encabezada por la letra que llamamos hache (61). Secuenciales porque en la cadena escrita se manifiestan linealmente (61).

Según los expertos son sinónimos el grafema y la letra, les basta con mencionar sus cualidades de elementalidad, distintividad y secuencialidad. Pero no explican la distintividad. Hay que advertir que el inventario de letras de una lengua de escritura alfabética, llamado alfabeto o abecedario, es limitado. No todo trazo o mancha es una letra. Ser letra requiere tener un distintivo trazado, siendo convencional entre los hablantes; es, por tanto, un diseño tradicional. Para ser considerado como letra, un trazo hecho, con todo y una particular caligrafía, deberá replicar del diseño tradicional algunos de sus rasgos. Escribir una letra, por consiguiente, exige diseñar práctica y mínimamente los rasgos distintivos de un signo gráfico tradicional de un idioma. Por ejemplo, la letra i tiene la cualidad de distintividad, porque ninguna otra letra tiene un puntito supersupuesto y ligeramente apartado del trazo recto vertical de altura media, guardando proporción con la altura del renglón.

Dos letras secuencialmente ordenadas que representan un único fonema se llaman dígrafos; tres, trígrafos; cuatro, tetráfrafos (61). En el español sólo hay grafemas y dígrafos. En particular, hay cinco dígrafos: ch, ll, gu, qu, rr.

El aparato fonador es al fonema lo que los medios para y donde escribir son al grafema. Los expertos, si bien advierten sobre la intervención del cuerpo humano para hablar, pasan por alto que para escribir se requiere de la intervención no sólo de la mano humana, o, excepcionalmente, de otras partes del cuerpo como la boca o los pies, sino también de los instrumentos materiales para la labor de escritura, como el papel, el esfero, el lápiz, el marcador, el ordenador, etc. El escribir un grafema requiere que el órgano humano habituado a la escritura, ayudado de los útiles de escritura, se disponga a escribirlo y realice la escritura.

El abecedario del español consta de veintisiete letras, cada una con dos configuraciones diferentes: mayúsculas y minúsculas. En el abecedario no se incluyen los cinco dígrafos; así que "a partir de este momento los dígrafos ch y ll dejan de ser considerados letras del abecedario español" (64).

Son veintisiete las letras del abecedario español actual

La base del abecedario español es el alfabeto latino que "desciende del alfabeto griego, pero no de manera directa, sino a través de los etruscos" (65). El alfabeto latino clásico constaba de veintiuna letras en forma mayúscula únicamente.

El alfabeto latino clásico, la base más antigua del español actual

En el latín clásico "las letras I y V se usaban para representar tanto los fonémas vocálicos /i/, /u/ como los correspondientes semiconsonánticos (que evolucionarían después, en las lenguas románicas, hacia fonemas plenamente consonánticos)" (66). Adicionalmente, "los romanos prescindieron muy pronto en su escritura de la letra z, por haber desaparecido en su lengua el fonema que esta representaba" (66).

A partir del siglo I a. C. el alfabeto latino se expandió, incorporando dos letras: la Y y la Z. Roma había conquistado a Grecia medio siglo atrás, su influencia produjo la incorporación.

El alfabeto latino del siglo I a. C. incorporó la Y y la Z

Según los expertos, "la ñ tiene su origen en la abreviatura del dígrafo nn, que el español medieval escogió para representar el nuevo fonema nasal palatal /ñ/" (67).

El abecedario español medieval incorporó la abreviatura Ñ

En los siglos XVI y XVII "la u y la i se reservaron para la representación de los fonemas vocálicos, y la v y la j para la representación de los fonemas consonánticos" (67).

El abecedario español posrenacentista, incorporación de la j y la u1


La ortografía española de 1969 incorporó la w.

El español heredó del latín también los nombres de las letras. Las vocales se llaman como suenan: la letra a se llama a, como su fonema /a/; la letra e, e; la letra i, i; la letra o, o; la letra u, u.

Las letras que se llaman en el español igual que en el latín son las oclusivas: b, d, g, p, t, k, q. Para pronunciar los nombres de las letras oclusivas se requiere un único fonema vocálico, /e/, que apoye el fonema oclusivo correspondiente, posponiéndosele. El fonema de apoyo varía para el fonema /k/, así: es /a/ para la letra k y /u/ para la letra q. Por tanto, como los latinos, nosotros pronunciamos nombres de estas letras así: /be/ para la letra b, /de/ para la d, /ge/ para la g, /pe/ para la p, /te/ para la t, /ka/ para la k y, finalmente, /ku/ para q.


Las letras que se llaman diferente en el español que en el latín, por usar el nombre español, adicionalmente, el fonema vocálico /e/ de manera pospuesta al original nombre latino, son las letras que en el latín requerían para nombrarlas el mismo fonema, /e/, pero antepuesto: las fricativas f y s. la lateral l, las nasales m y n, y la vibrante r. Así, los latinos las llamaban /ef/ a la que los españoles llamamos /efe/, /es/ a la /ese/, /el/ a la /ele/, /em/ a la /eme/, /en/ a la /ene/ y /er/ a la que antes llamábamos /ere/. Los expertos recomiendaron recientemente "desechar definitivamente el nombre ere para esta letra, que pasa a partir de ahora a llamarse únicamente erre" (72).

Las letras que se llaman diferente en el español que en el latín, por otros motivos diferentes a la simple adición de un fonéma vocálico de apoyo, son la c, la h, la v, y la x. son la c, la v, la h y la x. Los latinos llamaban ke a la letra c, nosotros la llamamos ce: cambió, por tanto, la oclusividad fonética de la letra y pasó a ser una silibante. Los latinos no distinguían gráficamente el uso vocálico del consonántico de la letra v, que ellos llamaban /u/; nosotros la llamábamos /ve/, pero debido a que llamarla /ve/ se prestaba a la confusión con el nombre de la letra b, ya que la b y la v se pronunciaban de igual modo, /ve/, recientemente los expertos han recomendado llamar uve a la letra v; han recomendado valerse de la vocal u que le corresponde por tradición a la letra v, para llamarla. El nombre hache, según los expertos, "parece proceder de la denominación francesa de esta letra, préstamo que pudo tener lugar a raíz de la introducción de la escritura carolingia por los monjes cluniacenses a finales de la Baja Edad Media" (69). Los latinos, finalmente, llamaban /ix/ a la letra x. Al parecer el fonéma vocálico se perdió, por lo que, necesitando un apoyo fonético el solo nombre /x/ (=/k/+/s/), un fonema bastante oclusivo, parece haber reforzado, anteponiéndosele, el fonema /e/, y luego parece haber vuelto a reforzarlo el fonema /i/, posponiéndose al fonema /k/. Así, mientras los latinos llamaban /ix/ a la letra x, nosotros la llamamos /ekis/.

Finalmente, los latinos no conocieron las letras j, ñ, w, y, z. Nosotros llamamos jota a la letra j, porque, siendo "una variante gráfica de la i, proviene de iota, nombre griego de esa vocal" (69). Llamamos eñe a la letra ñ, doble uve a la w, ye a la y, y zeta a la z. El nombre zeta proviene del griego, dseta, ζ,



1 La práctica de emplear las minusculas carolinas "no quedó plenamente asentadas hasta el siglo XV, en el que los impresores humanistas italianos, en reacción contra el modelo anguloso de la letra gótica que predominó durante el siglo XIII, crearon un tipo de letra que retomaba la minúscula, utilizando para los destacados las letras capitales de las inscripciones romanas" (445).

4. Los fonemas españoles

El inventario de sonidos de la lengua natural del español es limitado: tiene 24 fonemas, de los cuales 5 son vocales y 19 consonantes.

La relación numérica entre los vocales y los consonantes es de 2 a 8. Casi 20 % de los fonemas españoles son vocales, los restantes consonantes (ver Ilustración).

Los cinco fonemas vocales son: /a/, /e/, /o/, /i/, /u. Los diecinueve fonemas consonantes son: /f/, /z/, /s/, /j/, /p/, /t/, /ch/, /k/ , /b/, /d/, /y/, /g/, /m/, /n/ , /ñ/, /l/, /ll/, /r/, /rr/.


Los fonemas vocales. Si limitaramos que el hablante del español sólo pudiera emitir los fonemas vocales y que su único propósito en la vida fuera el de emitirlos; si tal cosa fuera posible, por remota que sea, el aparato fonador de ese hablante hipotético, según los expertos, estaría constituído suficiente y únicamente por dos rasgos distintivos: "por el grado de abertura de la cavidad oral y la posición de la lengua en el eje anteroposterior de la boca" (55).



Principalmente, la apertura de la cavidad oral puede estar bien abierta, puede estar abierta a medias o puede estar plenamente cerrada.

Por otra parte, hay dos posiciones de la lengua relevantes. En particular, interesa como referente el dorso de la lengua, su cara superior. Está la posición palatal de la lengua, en la que el dorso de la lengua está próximo al paladar duro. Está también la posición velar, en la que el dorso de la lengua se aproxima al velo del paladar, una región situada 'más hacia atrás' del paladar duro.

Los cinco fonemas vocales españoles se clasifican, según los tres grados de apertura de la cavidad oral mencionados y las dos posiciones de la lengua mencionadas.

El fonema vocal español /a/ es un sonido que requiere para su emisión únicamente una apertura de la cavidad oral bien abierta.

Los fonemas /e/ y /o/ tienen en común que requieren para su emisión una apertura media, y tienen de diferente que el uno requiere una posición palatal de la lengua y que el otro requiere una velar.

Los fonemas /i/ y /u/ tienen en común que requieren para su emisión una apertura cerrada, y tienen de diferente que el uno requiere una posición palatal de la lengua y que el otro requiere una velar.

En síntesis,









Los fonemas consonantes. Si limitaramos al hablante del español a hablar únicamente con fonemas consonantes, él requeriría unos rasgos distintivos que estuvieran determinados: primero, por la zona de articulación; segundo, por el modo de articulación; tercero, por la acción de las cuerdas vocales.

Las zonas de articulación son cuatro: labial, dental-alveolar*, palatal o velar (53-54). Según el modo de articulación, los fonemas son o bien orales o bien nasales; y, si son orales, o bien son fricativos, oclusivos, laterales o vibrantes (52-53). Las cuerdas vocales o bien vibran, en cuyo caso el fonema es sonoro, o bien no vibran, en cuyo caso el fonema es sordo.

Los fonemas consonantes españoles, según las zonas en las que se articulan, se clasifican así: son labiales los cuatro fonemas /f/, /p/, /b/ y /m/; son dental-alveorales* ocho, /z/, /t/, /d/, /s/, /n/, /l/, /r/ y /rr/; son palatales cuatro, /ch/, / y/ , /ñ/, /ll/; son velares tres, /j/, /k/ y /g/. Para ver las proporciones, véase la ilustración adyacente.

Los fonemas consonantes de la lengua natural del español se articulan en áreas dental-alveolares* en 42 %, en áreas labiales en 21%, en áreas palatales en 21 % y en áreas velares en 16%.

El español requiere una gran movilidad al momento de articular los organos de la cavidad oral, porque gran parte de sus fonemas consonantes requieren del uso de la lengua, un órgano móvil.

Los fonemas consonantes españoles, según el modo de articularlos, son en su mayoría orales y en su minoría nasales. Durante la emisión de los fonemas nasales el flujo de aire proveniente de los pulmones sale al exterior por la cavidad nasal, por los orificios de la nariz; esto ocurre si el velo del paladar en la faringe abre el paso al aire, en caso contrario los fonemas serán orales, ya que el aire pasaría sólo a través de la cavidad oral.

Dieciseis son orales: cuatro fricativos, /f/, /z/, /s/, /j/; cuatro oclusivos, /p/, /t/, /ch/ y /k/; cuatro sonoros /b/, /d/, /y/ y /g/; dos laterales /l/ y /ll/; y los vibrantes simple, /r/, y doble, /rr/.

Tan solo tres son nasales: /m/, /n/ y /ñ/.

Los fonemas consonantes son, por tanto, 84.21 % orales y 15.79 % nasales.

Los fonemas orales fricativos, /f/, /z/, /s/ o /j/, se caracterizan por ser sonidos con un ruido de roce o fricativo, ya que el aire sale por un estrecho canal. El aire sale con presión al exterior y las emisiones se asemejan a los silbidos. Silibante algunos le llaman al fonema /s/, otros también le llaman así al fonema /z/. Es tradición en las gramáticas griegas llamar aspirado al fonema /j/. El fonema puramente fricativo es /f/: el aire fluye estrechamente por medio del canal entre el labio inferior y los dientes superiores, que se ve reducido por la proximidad entre aquél y éstos.

Los fonemas orales oclusivos, /p/, /t/, /ch/ y /k/, se caracterizan por ser sonidos similares a una exploción, definida como una abrupta y total interrupción de la emisión del sonido, ocasionada por algún obstáculo para el flujo del aire. La mejor onomatopeya para una exploción será ¡pum! , por la sencilla pero a veces no clara razón de iniciar con un fonema oclusivo. ¡Tas! ¡Tan! son onomatopeyas para un golpe, o similares. Adicionalmente, los expertos llaman africado al fonema /ch/: puesto que se abre un estrecho canal, luego de la interrupción brusca del sonido principal.

Los fonemas orales laterales, /l/ y /ll/, se caracterizan por ser producidos, cuando la lengua, estando en contacto con la parte superior de la cavidad bucal, obstaculiza el paso del flujo del aire por el centro, permitiéndole salir sólo por los lados. Se llama líquido tradicionalmente al fonema /l/.

Los fonemas vibrantes son, igualmente, dos en el español: /r/ y /rr/. La lengua demuestra su distintivo motriz, al bloquear y dar paso sucesivamente al flujo de aire.

Finalmente, los fonemas consonantes españoles, según la acción de las cuerdas vocales, o bien son sordos o bien son sonoros. La mayoria son sonoros. Los sordos son ocho: los fricativos, /f/, /z/, /s/ y /j/, y los oclusivos, /p/, /t/, /ch/ y /k/.

En síntesis,