El español ha adoptado arabismos por el dominio musulmán de la península ibérica, galicismos desde la Edad Media, indigenismos desde la conquista, italianismos durante el Renacimiento, anglicismos desde la anglomanía del siglo XIX.
Las voces procedentes de otras lenguas se llaman extranjerismos o préstamos adaptados. Las voces proceden de otras lenguas bien porque falta en la lengua el término bien por "mimetismo" (596). Algunos expertos consideran que hay en el 'mimetismo' "un deseo de distinción no exento de esnobismo, moda o mera preferencia estilística" (596).
Es complejo el proceso de acomodación de los extranjerismos en otra lengua. Lo cierto es que no todos los extranjerismos se acomodan a las reglas de la lengua que pretende adaptarlos. Hay voces extranjeras, por tnato, que son préstamos ya adaptados; pero hay préstamos no adaptados. Los extranjerismos adaptados, a juicio de los expertos, "no cabe ya considerarlos sino voces españolas" (597). Los hablantes que sepan lenguas extranjeras podrán familiarizarse con las grafías originales de los extranjerismos adaptados, por lo que sacarán provecho al léxico de su propio idioma. Hay, sin embargo, extranjerismos que resisten adaptarse a otra lengua. Es natural que los hablantes de una lengua natural tengan confusiones con respecto a la escritura de algunos extranjerismos, en particular de los que resisten adaptarse a la lengua.
Hay licencia para usar el préstamo lingüístico siempre y cuando no se use indiscriminadamente, sobretodo con los extranjerismos no adaptados. Una proliferación de extranjerismos crudos, a juicio de los expertos, puede implicar "un factor desestabilizador de nuestro sistema ortográfico" (598).
Hay una obra normativa sobre el uso de los préstamos lingüísticos: el Diccionario panhispánico de dudas.
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