Índice General de este Blog

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El uso de la tilde: El acento prosódico y su representación gráfica | El acento prosódico: Introducción, la sílaba, la palabra | El acento gráfico o tilde: El sistema de acentuación gráfica del español, principios por los que se rige el sistema de acentuación gráfica del español, funciones de la tilde en español, las reglas de acentuación gráfica

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El uso de los signos ortográficos: Los signos ortográficos | Los signos diacríticos: introducción, tilde, diéresis | Los signos de puntuación: Funciones, en relación con las disciplinas lingüísticas, a través de la historia, el punto, contra la 'coma opcional', usos de la coma, el punto y coma, los dos puntos, los paréntesis, los corchetes, la raya, las comillas, los signos de interrogación y exclamación, los puntos suspensivos| Los signos auxiliares: guiones, barras, antilambda o diple, llave, apóstrofo, asterisco, flecha, calderón, signo de párrafo

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El uso de las letras mayúsculas y minúsculas

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La representación gráfica de las unidades léxicas: La palabra y la unidad léxica | Unión y separación de elementos en la escritura | Las abreviaciones gráficas: orígen de las abreviaciones gráficas, abreviaturas, siglas y acrónimos, las abreviaciones y las nuevas tecnologías de la comunicación | Los símbolos

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La ortografía de las expresiones procedentes de otras lenguas: El préstamo lingüístico | Extranjerismos, latinismos | Transcripciones de voces procedentes de lenguas que no utilizan el alfabeto latino en su escritura

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La ortografía de los nombres propios

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La ortografía de las expresiones numéricas: Los sistemas de numeración | Los números escritos en cifras: números romanos y números arábigos | Numerales | Uso de las cifras o palabras en la escritura de las expresiones numéricas | Expresiones numéricas específicas

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"Los objetivos académicos, renovados constantemente a lo largo de los siglos, se han concentrado en tres publicaciones emblemáticas: la Ortografía, el Diccionario y la Gramática. La Ortografía es una obra presidida por el objetivo prioritario de velar por la unidad del idioma"

IV capítulo: el uso de las letras mayúsculas y minúsculas (no disponible)

IV capítulo: el uso de las letras mayúsculas y minúsculas (no disponible)

VII capítulo: la ortografía de los nombres propios (no disponible)

VII capítulo: la ortografía de los nombres propios (no disponible)

lunes, 25 de julio de 2011

5. Los grafemas españoles

Los grafemas, según los expertos, "son las unidades mínimas distintivas [y secuenciales] en el plano de la escritura" (60). Mínimas porque no se pueden descomponer más. La letra v, que llamamos uve, no puede descomponerse más. Distintivas porque pueden diferenciar un signo lingüístico de otro. Por ejemplo, la letra b, que llamamos be, diferencia la palabra basta de la palabra hasta, encabezada por la letra que llamamos hache (61). Secuenciales porque en la cadena escrita se manifiestan linealmente (61).

Según los expertos son sinónimos el grafema y la letra, les basta con mencionar sus cualidades de elementalidad, distintividad y secuencialidad. Pero no explican la distintividad. Hay que advertir que el inventario de letras de una lengua de escritura alfabética, llamado alfabeto o abecedario, es limitado. No todo trazo o mancha es una letra. Ser letra requiere tener un distintivo trazado, siendo convencional entre los hablantes; es, por tanto, un diseño tradicional. Para ser considerado como letra, un trazo hecho, con todo y una particular caligrafía, deberá replicar del diseño tradicional algunos de sus rasgos. Escribir una letra, por consiguiente, exige diseñar práctica y mínimamente los rasgos distintivos de un signo gráfico tradicional de un idioma. Por ejemplo, la letra i tiene la cualidad de distintividad, porque ninguna otra letra tiene un puntito supersupuesto y ligeramente apartado del trazo recto vertical de altura media, guardando proporción con la altura del renglón.

Dos letras secuencialmente ordenadas que representan un único fonema se llaman dígrafos; tres, trígrafos; cuatro, tetráfrafos (61). En el español sólo hay grafemas y dígrafos. En particular, hay cinco dígrafos: ch, ll, gu, qu, rr.

El aparato fonador es al fonema lo que los medios para y donde escribir son al grafema. Los expertos, si bien advierten sobre la intervención del cuerpo humano para hablar, pasan por alto que para escribir se requiere de la intervención no sólo de la mano humana, o, excepcionalmente, de otras partes del cuerpo como la boca o los pies, sino también de los instrumentos materiales para la labor de escritura, como el papel, el esfero, el lápiz, el marcador, el ordenador, etc. El escribir un grafema requiere que el órgano humano habituado a la escritura, ayudado de los útiles de escritura, se disponga a escribirlo y realice la escritura.

El abecedario del español consta de veintisiete letras, cada una con dos configuraciones diferentes: mayúsculas y minúsculas. En el abecedario no se incluyen los cinco dígrafos; así que "a partir de este momento los dígrafos ch y ll dejan de ser considerados letras del abecedario español" (64).

Son veintisiete las letras del abecedario español actual

La base del abecedario español es el alfabeto latino que "desciende del alfabeto griego, pero no de manera directa, sino a través de los etruscos" (65). El alfabeto latino clásico constaba de veintiuna letras en forma mayúscula únicamente.

El alfabeto latino clásico, la base más antigua del español actual

En el latín clásico "las letras I y V se usaban para representar tanto los fonémas vocálicos /i/, /u/ como los correspondientes semiconsonánticos (que evolucionarían después, en las lenguas románicas, hacia fonemas plenamente consonánticos)" (66). Adicionalmente, "los romanos prescindieron muy pronto en su escritura de la letra z, por haber desaparecido en su lengua el fonema que esta representaba" (66).

A partir del siglo I a. C. el alfabeto latino se expandió, incorporando dos letras: la Y y la Z. Roma había conquistado a Grecia medio siglo atrás, su influencia produjo la incorporación.

El alfabeto latino del siglo I a. C. incorporó la Y y la Z

Según los expertos, "la ñ tiene su origen en la abreviatura del dígrafo nn, que el español medieval escogió para representar el nuevo fonema nasal palatal /ñ/" (67).

El abecedario español medieval incorporó la abreviatura Ñ

En los siglos XVI y XVII "la u y la i se reservaron para la representación de los fonemas vocálicos, y la v y la j para la representación de los fonemas consonánticos" (67).

El abecedario español posrenacentista, incorporación de la j y la u1


La ortografía española de 1969 incorporó la w.

El español heredó del latín también los nombres de las letras. Las vocales se llaman como suenan: la letra a se llama a, como su fonema /a/; la letra e, e; la letra i, i; la letra o, o; la letra u, u.

Las letras que se llaman en el español igual que en el latín son las oclusivas: b, d, g, p, t, k, q. Para pronunciar los nombres de las letras oclusivas se requiere un único fonema vocálico, /e/, que apoye el fonema oclusivo correspondiente, posponiéndosele. El fonema de apoyo varía para el fonema /k/, así: es /a/ para la letra k y /u/ para la letra q. Por tanto, como los latinos, nosotros pronunciamos nombres de estas letras así: /be/ para la letra b, /de/ para la d, /ge/ para la g, /pe/ para la p, /te/ para la t, /ka/ para la k y, finalmente, /ku/ para q.


Las letras que se llaman diferente en el español que en el latín, por usar el nombre español, adicionalmente, el fonema vocálico /e/ de manera pospuesta al original nombre latino, son las letras que en el latín requerían para nombrarlas el mismo fonema, /e/, pero antepuesto: las fricativas f y s. la lateral l, las nasales m y n, y la vibrante r. Así, los latinos las llamaban /ef/ a la que los españoles llamamos /efe/, /es/ a la /ese/, /el/ a la /ele/, /em/ a la /eme/, /en/ a la /ene/ y /er/ a la que antes llamábamos /ere/. Los expertos recomiendaron recientemente "desechar definitivamente el nombre ere para esta letra, que pasa a partir de ahora a llamarse únicamente erre" (72).

Las letras que se llaman diferente en el español que en el latín, por otros motivos diferentes a la simple adición de un fonéma vocálico de apoyo, son la c, la h, la v, y la x. son la c, la v, la h y la x. Los latinos llamaban ke a la letra c, nosotros la llamamos ce: cambió, por tanto, la oclusividad fonética de la letra y pasó a ser una silibante. Los latinos no distinguían gráficamente el uso vocálico del consonántico de la letra v, que ellos llamaban /u/; nosotros la llamábamos /ve/, pero debido a que llamarla /ve/ se prestaba a la confusión con el nombre de la letra b, ya que la b y la v se pronunciaban de igual modo, /ve/, recientemente los expertos han recomendado llamar uve a la letra v; han recomendado valerse de la vocal u que le corresponde por tradición a la letra v, para llamarla. El nombre hache, según los expertos, "parece proceder de la denominación francesa de esta letra, préstamo que pudo tener lugar a raíz de la introducción de la escritura carolingia por los monjes cluniacenses a finales de la Baja Edad Media" (69). Los latinos, finalmente, llamaban /ix/ a la letra x. Al parecer el fonéma vocálico se perdió, por lo que, necesitando un apoyo fonético el solo nombre /x/ (=/k/+/s/), un fonema bastante oclusivo, parece haber reforzado, anteponiéndosele, el fonema /e/, y luego parece haber vuelto a reforzarlo el fonema /i/, posponiéndose al fonema /k/. Así, mientras los latinos llamaban /ix/ a la letra x, nosotros la llamamos /ekis/.

Finalmente, los latinos no conocieron las letras j, ñ, w, y, z. Nosotros llamamos jota a la letra j, porque, siendo "una variante gráfica de la i, proviene de iota, nombre griego de esa vocal" (69). Llamamos eñe a la letra ñ, doble uve a la w, ye a la y, y zeta a la z. El nombre zeta proviene del griego, dseta, ζ,



1 La práctica de emplear las minusculas carolinas "no quedó plenamente asentadas hasta el siglo XV, en el que los impresores humanistas italianos, en reacción contra el modelo anguloso de la letra gótica que predominó durante el siglo XIII, crearon un tipo de letra que retomaba la minúscula, utilizando para los destacados las letras capitales de las inscripciones romanas" (445).

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